Una terraza es un elemento de la vivienda muy codiciado y muy buscado para muchos, especialmente si se trata de un ático. Pero una vez conseguido el objetivo,
el acondicionamiento de este ambiente suele postergarse, ya que
no se considera una prioridad o bien porque requiere un buen estudio del uso y el espacio. El resultado a veces termina siendo un interior magnífico con unas vistas exteriores que desentonan.
Esta guía práctica te ayudará a abordar su reforma.
Un buen comienzo sería pensar en sistemas que sean de rápida colocación, que te proporcionen al mismo tiempo todas las prestaciones en materia de estanqueidad al agua, antideslizamiento, resistencia a la intemperie y facilidad de mantenimiento.
Ten siempre presente que es importante reformar el interior teniendo en cuenta el exterior y a la inversa. Al abordar la relación de la casa con el exterior tendrás dos tipos de vistas: la primera es la lejana, con la perspectiva puesta en el paisaje o el cielo, y la segunda es la cercana, es decir la propia terraza, que por su condición anexa a la vivienda parece de sentido común que se planifique como una extensión del interior.
Trata de hacer un proyecto que sirva para todo el año, buscando soluciones fijas que aguanten la intemperie, así como materiales que no se deterioren fácilmente, o un paisajismo adaptado al clima, para que puedas disfrutar de verde todo el año. También es interesante encontrar cuál es su punto fuerte: las vistas, el sol de la mañana, la barandilla, su forma…
Elige soluciones adaptadas a las posibilidades del espacio y a tus necesidades. Por ejemplo, si tu piso es de alquiler, convendrá pensar en materiales de quita y ponpara que no se altere la configuración existente, es decir, productos que puedan posarse o atornillarse sobre los soportes existentes.
Estas soluciones de aplicación tanto en suelos como muros, aceleran el tiempo de colocación de los nuevos revestimientos y pueden modularse al milímetro, reduciendo al mínimo necesario los cortes de material y, por tanto, también el polvo y los desperdicios.
La distribución, clave
La idea principal consiste en sacar partido de la comunicación interior-exterior para ganar superficie, lo que en viviendas pequeñas es de gran ayuda. Es condición indispensable que haya una relación fluida, aprovechando la misma para ganar en perspectivas.
Para conseguirlo, la distribución interior tiene que tratar el exterior como un ambiente más. Un planteamiento abierto y sin obstrucciones implica aberturas amplias y sistemas de puertas plegables o correderas.
A continuación hay que tener en cuenta lo que se ve desde el interior y plantearse cuestiones del tipo: ¿dónde me gustaría ver verde? ¿me tapa la mesa la vista del horizonte? Y así hasta configurar una relación de perspectivas.